Es una pregunta que, regularmente, la gente con toma de decisión en todas las empresas de nuestro país, se hace. Y la respuesta es clara: NO.
No es porque yo lo diga (tan osado no soy) si no porque es a lo que hemos habituado a la gente, a nuestros usuarios: a consumir el producto o servicio donde quieran y cuando quieran. Hemos sido nosotros, las marcas y otros players, los que hemos fomentado esto (por supuesto, con ayuda de las herramientas y plataformas digitales) y ahora no nos podemos echar atrás. Es como si pasáramos un trozo de carne fresca a un león y, después, se lo quitáramos de las mismas narices. El león nos perseguiría allá donde fuéramos con tal de llevarse ese manjar a la boca.
Hago esta reflexión porque no importa a qué te dediques o lo seguro que pueda parecer que estás, este tsunami digital te golpea cuando menos te los esperas. Y si no, que se lo digan a ciertos negocios y sectores que se creían inmunes al cambio y terminaron por sucumbir ante él.
¿Por qué nos tenemos que subir al tsunami?
La razón es sencilla: es donde está nuestro cliente. Ni más ni menos. Y si ya no lo está, calma, lo estará. Los consumidores del mañana son nativos digitales y si no estás de la manera que ellos quieren… estás sentenciado al ostracismo.
¿Qué ejemplos tenemos de negocios tradicionales que han tenido que adaptarse al cambio?
Sin ir más lejos el sector del taxi. Más allá de polémicas y opiniones, los Cabify o Uber de turno han entrado con fuerza porque han encontrado una gran oportunidad de servicio que los taxis no estaban sabiendo explotar. Fácil y sencillo.
Pero hay otros, ¿quién nos iba a decir que los bares podrían aprovecharse de esta ola? La aplicación Barty permite a los usuarios poder localizar bares que se ajusten al tipo de comida que buscan o al tipo de deporte que echan ¡Una pasada! ¿Quién podía imaginar hace unos años que un sector tan propio de nuestro país podría lucrarse y reforzarse con ello?
¿Y qué me decís de la banca? Hace apenas 5 o 7 años era impensable llevar tu cuenta bancaria en tu móvil, pagar con el mismo o transferir dinero. Hoy, eso es una realidad y mi pregunta es: ¿se acabó el mundo? ¿los dioses nos castigaron por ello? Nada más lejos de la realidad, hoy es una comodity que nos hace justamente eso, la vida más fácil. Los BBVA, Santander, Bankia o Bankinter de turno han tenido que entender que las reglas del juego las ponen sus clientes (y potenciales clientes) y que lo que quieren es simpleza, comodidad, facilidad y atractivo a través de su móvil. El que nos podamos abrir una cuenta bancaria sin tener que interactuar con nadie físico, es algo impensable hace 2 o 3 años.
Y aquí va el último pero no por ello el peor: ¿qué me decís del sector de la medicina? Aún no ha llegado para asentarse pero ya existen pruebas de que la digitalización va a ser una realidad. Al final, los usuarios querrán la mayor disponibilidad posible donde ellos están y quieran. Esto implicará atender consultas por vídeo e incluso poder realizar un primer diagnóstico desde tu PC o Tablet (con restricciones, pero posiblemente lleguemos a ese punto).
No te esfuerces, déjate llevar con inteligencia
No vale la pena invertir esfuerzo y tiempo en rebatir a aquellos que siguen poniéndose una venda ante la realidad actual. Para estos, les deseo suerte puesto que les será complejo sobrevivir. Para aquellos a los que les haya abierto los ojos (en pleno 2018) les aconsejo que analicen, planifiquen, ejecuten y midan.
Solo conociendo quién es mi Buyer Persona, podré comunicar de manera más certera; solo conociendo qué hace mi competencia, podré estar preparado ante posibles imprevistos; solo planificando y diseñando una buena estrategia, estaré preparado para afrontar el año con garantías; solo con una buena ejecución y optimización, estaré seguro de que nada se queda al azar; y solo con una correcta medición, tendré las garantías suficientes como para saber qué camino escoger para dar con la clave.
Y todo esto, que fácil no es, lo hacemos en nuestra consultoría de estrategia digital con mucho mimo, cabeza y corazón. Así durante 18 años. ¿No es maravilloso? 😉