Mucho se está hablando estos días sobre redes sociales en todos los medios de comunicación. Mucho, pero no bien. Y es que a lo largo de esta semana ha surgido la noticia de que desde el Ministerio de Sanidad se instaba a Twitter a eliminar ciertos perfiles que, por su contenido, fomentaban la anorexia y la bulimia, animando a los followers a seguir y compartir sus prácticas para perder peso. A través de infinidad de fake users "pro-ana" o "pro-mia", se compartía información diariamente acerca de dietas, trucos y material para esquivar el control parental y continuar con sus prácticas insalubres.
A esta noticia se le suma otra que saltaba la semana pasada en México: dos twitteros han sido encarcelados por sembrar el pánico en Veracruz, al más puro estilo Orson Welles, informando de diversos avisos de bomba en colegios de educación primaria. Por lo visto, estos avisos se extendieron por la ciudad, sembrando el pánico en las calles y provocando accidentes entre los padres que decidieron recoger a sus hijos del colegio ante la posibilidad de que les sucediese algo.
Este tipo de noticias son una muestra más de lo que siempre decimos en este blog: la importancia de las redes sociales y su impacto en la sociedad no son el futuro, sino ya el presente, y tiene consecuencias directas en todos los ámbitos de nuestra vida. Por ello debemos ser responsables de lo que volcamos en ellas... sin demonizarlas.
Muchos, llegados a este punto, se lanzarán contra el universo de las redes sociales, convirtiéndolas en el eje de todos los problemas actuales, acusándolas como ya se está haciendo, de convertirse en ágora abierta para todo tipo de formas de actuar, convirtiendo el anonimato que estos espacios nos ofrecen en un incentivo para compartir todo tipo de actividades y material de dudoso valor legal. Pero este debate ya es viejo. En su día, fueron legión quienes renegaron de los blogs, acusándolos de convertirse en foros para que cualquier sociópata volcase sus pensamientos amparado en el anonimato. Pero antes también lo hicieron quienes criticaron la libertad de prensa y la democratización de los medios de comunicación, la invención de la radio o la imprenta.
Ay, qué bonita era la Edad Media, cuán dóciles los iletrados!
Y es que, aunque suene a perogrullo, no son las redes sociales las culpables de los contenidos volcados. Ni los blogs o la radio en su día. Son las personas, somos todos y cada uno de nosotros quienes debemos responsabilizarnos de lo que volcamos y compartimos en la red. Por ello, cuando decidimos jugar a ser Orson Welles debemos tener en cuenta que poner en riesgo la salud de los demás e incluso su integridad física, en cualquiera de los dos temas a los que me referí al inicio, es muy peligroso y, si tiene consecuencias en la sociedad ha de ser castigado.
Pero este es, tan solo, mi punto de vista. Suerte que este blog es personalizado... para críticas e impresiones personales, podéis criticarme en los comentarios.
