El Social Graph, grafo social en castellano, es un concepto sociológico, si bien algunos erróneamente se lo atribuyen al propio Zuckerberg. Se llama Social Graph al mapa global de las personas que forman una red social y de las relaciones entre ellas. En otras palabras, un grafo social es el típico esquema de una red social como el de la imagen que ilustra el post. Para Facebook, el grafo social está en su “corazón” y representa a las personas y las conexiones que ellas tengan con cualquier cosa que les importe: “At Facebook's core is the social graph; people and the connections they have to everything they care about”.
La peculiaridad del grafo social de Facebook es que es
el mayor que jamás haya conocido la humanidad. Y digo lo de “conocido” con total intención, ya que potencialmente existen grafos sociales mayores, pero están en manos de Estados o de empresas privadas. Las bases de datos con los censos de países como China o India, o todos los datos recopilados por los servicios de correo electrónico son “grafos sociales” en potencia y desconocemos si los países y empresas los están utilizando internamente. Sin ir más lejos, Google Buzz fue el intento de Google de convertir las personas y las relaciones entre ellas que se dan en Gmail en un “Social Graph”.
Google + es su segundo intento por conseguir dibujar el grafo social de todas las personas que utilizan los servicios de Google. Facebook, al nacer como
Servicio de Red Social, directamente
construye un grafo social a medida que va creciendo. Cada nuevo usuario que entra en Facebook ocupa una posición en el mapa global y de él emergen un número determinado de relaciones que lo vinculan al resto de usuarios de la plataforma.
Facebook da un paso más allá: integra en el grafo social otras cosas además de las personas. ¿Y cómo se integran en el grafo social todos los elementos de Facebook que no corresponden a personas físicas (páginas, grupos, eventos…)? Pues la verdad es que Facebook trata tanto a las personas como al resto de entidades como “objetos” del grafo. Cada objeto tiene un identificador único y todos los objetos se relacionan entre sí, igual que las personas. En el caso de las páginas de Facebook, por ejemplo, cada una se convierte en un objeto del grafo (el equivalente a una persona), que se puede relacionar con los otros objetos del grafo mediante un nuevo tipo de relación, que no sería la amistad, sino en este caso el “me gusta”. Lo mismo sucede con los eventos, las publicaciones en el muro, los comentarios, los grupos… todos son objetos del grafo que se relacionan entre ellos y con el resto de usuarios.
Gracias a esta apuesta de Facebook, los mismos algoritmos usados para mostrar los amigos en común que tienes con otra persona sirven para mostrarte las páginas, los eventos o los grupos que compartes con un amigo. De la misma manera, el algoritmo que calcula la “gente a la que podrías conocer”, sirve para averiguar qué cosas te podrían gustar, qué eventos te pueden interesar o a qué grupos te interesaría unirte.
Por tanto, la red social construida sobre Facebook desde 2004 no está compuesta únicamente por los 750 millones de usuarios activos, sino por la suma de estos con los 900 millones de objetos (páginas, grupos, eventos…) y los 30.000 millones de piezas de contenido compartidas cada mes. Una inmensa maraña de objetos y conexiones al servicio de una ambición de Zuckerberg: lograr el mapa de la humanidad y todas sus interacciones.