Recientemente ha empezado a usarse también un nombre más glamouroso para designar a los que se dedican a esta profesión, los data scientists (si bien uno y otro no son exactamente lo mismo). En USA, este tipo de profesiones está en claro auge y se hacen eco de ello revistas como Fortune, que los sitúa como una de las grandes claves del futuro tecnológico. Grandes empresas de Internet como Google o Amazon han contado con estos perfiles (mineros de datos o data scientists) en sus filas desde hace mucho tiempo, pero ahora incluso organizaciones tan offline como WalMart también se apuntan al carro. Las redes sociales como LinkedIn han basado también gran parte de su éxito en la labor de sus mineros. En esta red social profesional, D.J. Patil fue el encargado de la mina durante muchos años. Bajo sus órdenes se descubrió el "Gente que podrías conocer" que hoy en día ocupa un lugar destacado entre los servicios de LinkedIn. A pesar de que su nombre pueda conducir a engaños, en la actualidad D.J. Patil no se dedica a pinchar discos en algún lugar de la Bahía de San Francisco, sino que asesora a decenas de Startups sobre Big Data a través de Greylock, una importante firma de Capital Riesgo.
A los mineros se les paga para que encuentren pepitas de oro, piedras preciosas u obtengan metales valiosos. Por sus manos pasan toneladas de tierra de las cuales sólo unos gramos llegan al gran público. Y esto ha de ser necesariamente así, ya que por muy interesante y lleno de posibilidades que pueda ser un pedrusco de 10 toneladas, para hacer un cuchillo de cocina sólo se necesitan unos gramos y nadie toleraría que en la tienda se le vendiera el pedrusco al completo con la promesa de que, en su interior, está todo lo necesario. Esto que nos parece una perogrullada no lo es tanto cuando volvemos a la mina de datos. Es frecuente ver informes de decenas de hojas (incluso centenares) con toneladas de datos y más datos, todos ellos muy interesantes, pero que abruman al "consumidor final", que probablemente de todo aquello sólo ande buscando uno o dos "insights" que le permitan tomar una decisión. Pasa muy frecuentemente... el minero sale de su montaña de datos con decenas de pequeños descubrimientos que expone orgulloso y luego comprueba que de todo ese trabajo se valoran una o dos cosas, y el resto se consideran poco más que "restos de runa".
La explicación de esta actitud del minero de datos, aparentemente irracional, radica en que su visión de la productividad está "contaminada" por sus colegas de oficina. Para su compañero contable, cuantas más facturas y asientos procese mejor... Pero la vida del minero de datos es diferente, su valor no está en que traiga mucha información a la superficie, sino en que alguno de esos descubrimientos valga realmente la pena.
Ya lo dice la sabiduría popular española: "Lo bueno, si breve, dos veces bueno" y el mundo de los datos y el Social Media no es una excepción. Sin embargo, hay dos fuerzas en contra de esta propuesta de simplicidad, foco, concisión y estética: por un lado aquellos que siguen comprando informes a peso y por otro el propio miedo del minero a que su productividad no sea bien entendida y se le juzgue por el volumen que genere.
En todo caso, por el bien de unos y otros, vale la pena seguir avanzando hacia un nuevo modelo. Los mineros de datos deben dejar de conducir arriba y abajo sus cargados camiones y abrir sus joyerías, donde poner a la venta de manera atractiva lo mejor de sus hallazgos.