Imagina una aldea en la que haya gente con los mismos gustos e inquietudes. Un lugar en el que puedas hablar de tus temas favoritos con otras personas que los comparten. Un espacio donde expresarse libremente y conocer a gente afín.
En la actualidad estas aldeas existen. Distan de las aldeas tradicionales, sobre todo porque no ocupan espacio físico. Estas aldeas son intangibles y se conocen como comunidades virtuales.
Era inevitable que Internet, esa red inmensa que sirve de nexo común entre personas de todo el mundo, acabara generando algo como las comunidades virtuales. Se trata de websites donde sus usuarios se relacionan entre ellos gracias a los temas que tienen en común. Las comunidades virtuales pueden favorecer la privacidad de sus individuos, que publican mensajes firmando con un seudónimo.
Generalmente se cree que este tipo de comunidades (un ejemplo clásico son los foros temáticos) únicamente se destinan al ocio, y aunque en parte es así, podemos ver cómo con el paso de los años han ido derivando a algo más.
Es algo así como lo que ha sucedido con las redes sociales, que se han alzado como un importante aliado para el marketing. La principal diferencia entre las comunidades virtuales y las redes sociales es que las primeras se vertebran sobre un tema en común, mientras que las redes sociales se centran en los individuos.
Esta afinidad con el entorno del marketing se traduce, como no podía ser de otra forma, en una herramienta fiable para la investigación de mercados. Tener un grupo de personas compartiendo información y opiniones sobre una temática en concreto es algo muy parecido a disponer de un panel exclusivo.
Si nos trasladamos al entorno offline las dinámicas de grupo y los estudios puramente cualitativos serían claros ejemplos de lo que pueden ofrecer estas comunidades virtuales dentro del sector de la investigación de mercados.
Durante las jornadas de debate, los investigadores de mercados plantean una serie de cuestiones, y moderan las conversaciones. A través de estas charlas distendidas se obtiene información muy valiosa de primera mano, y no acota tanto las posibles respuestas al tratarse de un estudio abierto, que se fundamenta en técnicas como las entrevistas en profundidad.
Además, al realizarse online permite trabajar con personas de diversas localizaciones a la vez, sin tener que realizar estudios paralelos ni dilatarse en el tiempo.
Este tipo de comunidades acostumbran a contar con cerca de 300 participantes, que han sido captados previamente acorde a las necesidades del estudio, y principalmente se destinan a estudios cuya finalidad es:
A priori podría parecer que una comunidad virtual nos ofrece lo mismo que un panel online, pero no es así.
El tamaño muestral de un panel suele ser mayor que la cantidad de personas adscritas a una comunidad virtual, ya que su principal finalidad es proporcionar información cuantitativa. La comunidad virtual tendrá el objetivo de dotar al estudio de datos cualitativos, profundizando en los insights de sus integrantes.
En otras palabras: no nos limitaremos a pedirles que rellenen un cuestionario, sino a ser partícipes en un debate sobre aquello que les apasiona.
Por otra parte, en cuanto a los focus groups hay que tener en cuenta que, si bien ambas metodologías abordan la problemática desde la vertiente cualitativa, las comunidades virtuales permiten abarcar más tiempo de estudio. Así, mientras en un focus group se reúne a los participantes a una hora determinada alrededor de una mesa, las comunidades virtuales permiten concentrar un mayor número de personas como ya hemos comentado antes, y alargar estas sesiones de debate exploratorio desde 3/4 días hasta varias semanas, e incluso meses.
En un focus group se tiene que tener todo el material listo para la sesión, en las comunidades virtuales los participantes pueden interactuar con internet y buscar información adicional. Incluso, al durar varios días, podemos pedirles que hagan tareas y que posteriormente las compartan con el resto de la comunidad.
Las comunidades virtuales requieren de un lenguaje más directo y claro, pues estamos hablando de foros donde los comentarios de los moderadores son escritos. Al igual que en toda buena encuesta, cuantos menos rodeos se den, menos pereza despertaremos en la comunidad.
La participación en las comunidades virtuales es asíncrona, de modo que cada participante entra y sale cuando quiere, si bien obliga al moderador a estar casi las 24h conectado para poder gestionar la información publicada y dar las consiguientes directrices.
Con todas las características citadas hay que ser conscientes de que una comunidad virtual no es más económica que un focus group o acceder a parte de un panel determinado: se incluye un incentivo más cuantioso cuanto mayor número de participantes se capten y cuanto mayor sea la duración del periodo de estudio, así como los correspondientes costes de la moderación y posterior análisis. Por otra parte, se ahorra en alquiler de salas físicas, aunque se acaba pagando la plataforma digital donde gestionar la comunidad.